OFENDIDITOS, de Lucía Lijtmaer, editado por Anagrama.
Un ensayo breve que desgrana con un tino impecable la supuesta autocensura, los límites de la libertad de expresión y los discursos de incitación al odio. Algo que lleva unos años balanceándose de debate en debate y que poco a poco ha ido convirtiéndose en un relato que casi nadie cuestiona. (Casi nadie quiere decir los de siempre).
La constatación de que los hombres blancos cisheterosexuales se han dado cuenta de que la minoría son ellos y están intentando por todos los medios criminalizar la protesta de las mujeres y los colectivos oprimidos que, con el hartazgo que supone haber sido objeto de mofa y sujeto de opresiones y discriminaciones, llevamos ya un tiempo movilizándonos, tanto en las calles como en las redes, para acabar con esos discursos de incitación al odio aún a riesgo de que nos llamen ofendiditas.
La representación más clara de que el problema no es la libertad de expresión sino la posibilidad de réplica.
No podemos negar que nos satisface profundamente leer que, efectivamente, quien nos llama ofendiditas desde su tribuna, lo hace con lágrimas en los ojos y los puñitos cerrados.
Sería gracioso si no fuesen fascistas.
Aprovechamos para dejaros el enlace al Deforme Semanal Ideal Total en el que Lucía Lijtmaer e Isa Calderón hablan precisamente de esto a colación de un episodio vivido por esta última y que no deja de ser más que una réplica igual de violenta de otros episodios vividos por compañeras como Irantzu Varela, Cristina Fallarás o Elsa Ruiz: