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En 2011 una pareja de Toronto (Canadá) decidió no revelar la información sobre si su nuevo bebé, Storm, era una niña o un niño, un pequeño acto de rebeldía que se convirtió en un huracán mediático de escala global. En este libro se aborda el impacto que tuvo esta decisión, motivada por la conciencia de que ese bebé tenía que crecer para poder manifestar cuál era su género, y que a su vez, ayudó a muchas familias que estaban eligiendo prácticas de crianza no binarias comenzasen a hablar y visibilizarse. Estas familias explican las diferentes estrategias y reflexiones que elaboran sobre cómo facilitar que sus criaturas puedan sentirse reconocidas y se puedan desarrollar más allá de los rígidos límites que imponen las normas sociales sobre el género y la sexualidad, pero también sobre otros organizadores sociales entrelazados como la etnicidad, la clase social o la edad. Familias que son conscientes de las dificultades y discriminación a las que se enfrentan habitualmente las personas trans, así como todas aquellas que se salen de las normas de género y la sexualidad más hegemónicas, que les lleva a replantearse su rol y su estilo de crianza. En estos testimonios también aparecen las dificultades, contradicciones y resistencias a las que se enfrentan, señalando que éste es un camino por explorar y en el que existen muchas incertidumbres, siempre con el objetivo de poder crear relaciones familiares y comunitarias donde las criaturas puedan elegir cómo quieren identificarse, ser nombradas o vestir, respetando sus ritmos y sus necesidades
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