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15,90€ (IVA incluido)
Edición a cargo de Sabina UrracaMary, una joven artista de La Habana, hace todo lo que está al alcance de su mano por no convertirse en un hurón. ¿Qué es un hurón? El súbdito de la revolución, el incondicional del mensaje mesiánico de Fidel, todo miembro de esa casta respetable que vigila, controla y sojuzga hasta el secreto más íntimo de la vida de cualquier cubano. Entre los amigos de Mary no hay hurones, pero ninguno de ellos puede escapar del todo a sus garras.La puta y el hurónes una performance furiosa que tira de una esquina de la manta que oculta toda la podredumbre del sistema opresor y patriarcal cubano. Martha Luisa Hernández Cadenas, figura central de la contracultura cubana actual, despliega ante el lector el grito de los que fueron ordenados a callar y obedecer. Lo estira, lo retuerce. Esta novela nos narra cómo una generación de cubanos se revuelve, se enfurece e intenta no sucumbir al horror que se les ofrece como única posibilidad.La crítica ha dicho:«Si miráramos la novela de Martica Minipunto con una lupa veríamos que esto es precisamente lo que hace: construye desde los restos, desde lo roto, desde las sobras, desde lo abyecto. La puta y el hurón es la performance enrabietada de un cuerpo que le agua la fiesta a un sistema de poder patriarcal. Pero incluso, en esa performance que grita «soy puta», donde de tanto gritar se queda casi sin voz, más que el yo lo que queda expuesto es la maquinaria socioeconómica y política, la producción de precariedades que devienen espacios de identificación imposibles para el sujeto».Nanne Timmer, Rialta«Porque lo que sí no deja espacio para la duda es que este país al que Martha Luisa Hernández Cadenas asiste es sobre todo una superficie desgastada. Un lugar que ha perdido eco o razón en las descripciones antropológicas al uso».Mabel Cuesta, Hypermedia Magazine«De la lectura de La puta y el hurón aflora una reflexión en la que ha de verse reflejada toda una generación, aquella que nació en la década de los 90. Muchos de sus integrantes se han de reconocer en la narradora, esa joven indócil pero frágil, que se siente extraviada y sin salida. Está cansada y, sin embargo, aún no ha empezado a vivir. Cultiva un desapego por cualquier decisión social colectiva. Se siente ajena a la multitud, al designio de un pueblo que marea, y no acepta que nadie le imponga su modo de ser».Carlos Espinosa Domínguez, Cubaencuentro«Hernández, por el contrario, amalgama novela, epistolario, poesía, ensayo y dramaturgia en una teatralidad explosiva muy próxima a eso queGlenda León, otra artista con un pie en la escritura, ha definido en su libro La condición performática».Iván de la Nuez, Babelia, El País
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